Este documento es el resultado del proceso del diálogo social en el que participaron un total de 200 líderes y lideresas territoriales, se invitaron a mujeres y hombres de las más diversas comunidades del país a expresar sus puntos de vista, percepciones, creencias y opiniones sobre una serie de temas que les preocupan: salud; sexualidad y derechos reproductivos; equidad de género; educación y cultura; trabajo y juventud; participación sociopolítica de los jóvenes; y políticas públicas e instituciones para la juventud.
Los participantes organizaron las actividades en dos espacios. En el primero, los grupos discutieron sobre ideas y reflexiones para promover los derechos de la población joven, políticas, programas y marcos institucionales, y sus conclusiones se presentaron en la sesión plenaria al final del día. La segunda parte se centra en un análisis temático del diagnóstico, dando a los jóvenes la oportunidad de elegir las áreas de mayor interés para discutir sus puntos de vista o evaluaciones de la situación actual. Este capítulo es un análisis temático exhaustivo y profundo de los temas que surgieron en el diálogo del panel MOVIMIENTOS JUVENILES, DERECHOS HUMANOS, PAZ Y DESARROLLO, basado en algunas de las principales ideas que surgieron del discurso de los propios jóvenes:
La erradicación de la necesidad y la pobreza, la ampliación de las oportunidades y la igualdad de género son importantes desafíos que debe enfrentar Colombia. La participación efectiva de los jóvenes en el desarrollo nacional es una de las deudas del proceso democrático colombiano. La insatisfacción de los jóvenes colombianos es alta y, a pesar de los importantes y reconocidos logros del país en materia de crecimiento y desarrollo, persisten graves desigualdades. En particular, los grupos de jóvenes de bajos ingresos y desfavorecidos se enfrentan a barreras para su plena integración social:
«Este encuentro de Justapaz permitió intercambiar diagnósticos y consejos sobre diversos temas que nos preocupan, como el empleo, la salud y los derechos sexuales y reproductivos, la cultura, la educación, la participación política y los servicios para jóvenes, la justicia de género, etc. La sistematización de esta experiencia es una gran manera de visibilizar este esfuerzo colectivo, es un paso importante para crear incidencia en las políticas públicas más inclusivas y equitativas que reconozcan la diversidad. Como tal, este esfuerzo colectivo es esencial para el desarrollo de la juventud para ser más conscientes de nuestros derechos y oportunidades, para participar en sus áreas de interés y creemos que a partir del trabajo institucional que surge del discurso de la juventud de la nación, nos hace participantes activos en las políticas públicas que influyen en nosotros, dará lugar a una mayor confianza y reconciliación entre los jóvenes y la nación. Esto, a su vez, reforzará la confianza entre los jóvenes y sus comunidades»
(Participante del encuentro, líder social Juvenil de la ciudad de Quibdó)
Los portavoces del Grupo Juvenil Cali hablaron de la necesidad de cambiar el actual marco institucional público para la juventud, con el objetivo de complementar su actual papel era necesario el acercamiento a asesores de la Presidencia en materia de juventud, coordinando y aplicando las políticas públicas. En este caso, se plantea la creación de un ministerio de la juventud, que debería incluirse en un proyecto de ley. La creación del Ministerio de la Juventud obedece a la necesidad que tiene el país de contar con un organismo especializado que coordine las estructuras gubernamentales en esta materia para que este grupo etario sea tomado en cuenta en la formulación de políticas y programas. Ante este tipo de retos, entablar un diálogo vinculante con el gobierno.
Desde el movimiento juvenil invitado de la ciudad de Pasto plantean tres puntos:
Comprender, no sólo aprender o recordar, fue una de las exigencias de los jóvenes participantes en la conversación de Ibagué. Esto se refleja en la petición constante de más y mejor información en el mundo de los adultos, así como en la necesidad de más espacio para el diálogo intergeneracional, así como entre compañeros de diferentes geografías, orígenes y culturas. En este sentido, los jóvenes están abiertos y esperan cambios en la educación, las instituciones y las leyes, así como la creación de oportunidades para el desarrollo personal, en las que los adultos se presenten tal y como son, sin tabúes ni prejuicios.
El grupo de trabajo abordo algunas temáticas que se exponen a continuación con el fin de identificar las violaciones de los derechos de los jóvenes y algunas exigencias:
Diagnostican un «desconocimiento» generalizado del tema, argumentando que la razón es que ni la educación formal ni los medios de comunicación tratan el tema de forma abierta y completa. Argumentan que hablar de la educación sexual de los adultos sigue siendo visto como «un impulso para la iniciación sexual» y que existe un sentimiento de «vergüenza y morbo» al hablar de la sexualidad que dificulta el diálogo sobre el tema. Vuelven a señalar que una tercera fuente relevante de información sobre este tema es el sector sanitario, y creen que la carencia está relacionada principalmente con el trato que reciben por parte del personal sanitario, aludiendo a la «culpa», la «discriminación» o el «castigo», ya sea verbal o no verbal. en el ámbito de la educación, pidieron la inclusión de la educación sexual en los planes de estudio y la creación de instituciones más formales para el diálogo, que produzcan profesores y consejeros que sean capaces de iniciar conversaciones «sin vergüenza» sobre lo que creen que es un tema común en la sociedad actual. Aluden al hecho de que los medios de comunicación, la televisión pública, Internet, la radio y el cable, etc., no hablan realmente de sexo, sino sobre todo de «sexo», con las mujeres como objetos sexuales y de muchas maneras distorsionadas de forma más «frívola» o «inauténtica» presentación de la orientación sexual o la educación de forma «engañosa y confusa».
Sugieren que se instruya y forme a los trabajadores sanitarios sobre estos temas y que se les dé un buen trato, ya que es un ejemplo de cómo los jóvenes deberían tratar estos temas de una forma u otra, que es la forma real de los trabajadores sanitarios con empatía y tolerancia.
Entienden que la educación cívica debe abordar también la formación integral sobre las obligaciones y derechos laborales, entender cómo desempeñarse en el trabajo, y recomendar la formación continua en el trabajo, entendiendo que las necesidades y exigencias del mundo laboral actual son todas consideradas para la mejora continua o «capacidad de trabajo». Ante el alto desempleo, la discriminación, la subvaloración de los empleos juveniles, los abusos que se traducen en trabajo, los bajos salarios, la falta de oportunidades para estudiar y trabajar al mismo tiempo, la discriminación de las mujeres jóvenes, de las madres y de los jóvenes inexpertos por parte del Estado.
Hace un llamado para que no se frenen los abusos y violaciones percibidas, pero al mismo tiempo se creen instancias, organizaciones e instituciones para mejorar estas condiciones, involucrando a todos los actores: El Estado, los municipios, el sistema educativo, los jóvenes, los empresarios, entre otros.
Los estudiantes quieren que la educación vuelva al concepto de aprender y “construir personas” estratégicamente en el marco de una sociedad globalizada donde la información es ubicua. Es decir, necesitan más herramientas de aprendizaje y menos información que memorizar. Diagnosticaron la falta de participación de los jóvenes como resultado de su desinformación sobre las políticas públicas, los derechos y las instituciones, de las cuales podrían ser actores potenciales, siempre que sea a través de un proceso inclusivo que comience con la educación formal, como antes, por ejemplo, a través de más educación desde los saberes ancestrales. En ese sentido, argumentaron que el propio Ministerio de Educación podría ser el encargado de desarrollar un programa educativo piloto, que luego sería integrado por la Secretaría de Educación, como base de un método de formación en derechos y obligaciones de los estudiantes. Por ejemplo, quieren entender la estructura del poder estatal y cómo se lleva a cabo la elección de autoridades, cuáles son las opciones para participar en diversas áreas del programa según la edad, los intereses o la afiliación política, cómo participar en la toma de decisiones públicas y cómo controlar los recursos y las obligaciones de las autoridades y ministerios hacer una contribución.
Proponen la creación de un sistema de información virtual y monitoreado que permitiría una mayor visibilidad y control sobre los sistemas y solicitudes de becas de educación y capacitación, que también especificaría claramente a quiénes se dirigen y qué ofrece actualmente cada país. Los beneficios tienen un propósito. . Sugirieron revisar el currículo: enfocar la educación en la formación de personas, más que en contenidos específicos. Mejorar la distribución de las actividades lúdicas y formativas y aumentar el número de horas deportivas y culturales a tiempo completo.
Los jóvenes perciben que la educación tiene cierta responsabilidad en el mantenimiento de los roles inequitativos, ya que se identifica como uno de los ámbitos donde se podrían romper los estereotipos y promover una educación centrada en la equidad. Los jóvenes, sobre todo las mujeres, señalan la existencia del determinismo profesional, como una marcada tendencia cultural que se inicia en la infancia y se reproduce en la educación. Proponen la promoción de oficios y profesiones mixtas, desmitificando su género, mediante la difusión de las experiencias de hombres y mujeres en trabajos no tradicionales. Esperan la igualdad de contenidos y prácticas, por ejemplo, en la educación sexual, y apelan al lenguaje como factor fundamental para la inclusión. Por otro lado, consideran que hay más promoción del deporte para los hombres que para las mujeres, lo que en definitiva impacta en los niveles de asociatividad de las mujeres, particularmente en el uso del espacio público en barrios vulnerables.
Además, observan la discriminación que sufren los jóvenes, las mujeres, especialmente las embarazadas, tanto en la familia como en la sociedad, por lo que recomiendan que se les dé cabida, promoviendo así la investigación sobre las mujeres que abandonan los estudios por estos motivos, y en la búsqueda de la igualdad de oportunidades y el trabajo digno.
En el ámbito de la educación, los jóvenes ven la necesidad de revalorar las escuelas y universidades como espacios de aprendizaje, descubrimiento y realización de expresiones artísticas y culturales. Por ello, deben promover el desarrollo de las expresiones culturales y artísticas en el sistema escolar y fortalecer el sentido de identidad en la educación básica a través de actividades relacionadas con los pueblos indígenas. Para lograrlo, es necesario adecuar los programas educativos y los programas al contexto geográfico de la región, y adaptar los contenidos educativos para priorizar la identidad regional. Además, se destaca la importancia de realizar talleres y/o capacitaciones sobre herramientas técnicas para la elaboración de propuestas y proyectos de fondos culturales y artísticos.
En este sentido, la educación cívica permitirá a los jóvenes participar como ciudadanos. Hay que preparar a los jóvenes desde una edad temprana para que sean ciudadanos responsables, capaces y autosuficientes, dispuestos a participar en el gobierno democrático. Por toda esta importancia, los jóvenes reclaman la inclusión de esta formación en el sistema educativo.